lunes, 12 de marzo de 2012

Virginia Woolf

En este retrato de Virginia Woolf realizado en 1939 por Gisele Freund, una de las mejores fotógrafas del siglo XX, destacan, en un rostro de expresión dulce aunque abatida, unos ojos grandes y hundidos.
Unos ojos acostumbrados a ver y sentir más de lo que pueden expresar, incluso a pesar de pertenecer al grupo de Bloomsbury, en la vanguardia literaria y artística del Londres de la época.
Unos ojos acostumbrados al dolor, la introspección y el autoanálisis.

Virginia sufrió lo que en la actualidad denominaríamos un trastorno bipolar, con toda seguridad relacionado con los abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa padecieron a manos de sus medio hermanos George y Gerald Duckworth ( hijos de un primer matrimonio de su madre ). En su texto autobiográfico A Sketch of the Past, la propia Virginia Woolf alude a estas terribles experiencias de forma velada, de acuerdo con la rígida moral de la época victoriana pero también con las secuelas de culpa, vergüenza y desvalorización que suelen producir estos sucesos en sus víctimas, sucedan en la época que sucedan. El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó. Se puso su abrigo, llenó sus bolsillos con piedras y se lanzó al río Ouse, cerca de su casa, donde se ahogó.

Virginia creció rodeada de un ambiente literario y cultísimo. Sin embargo ella sentiría durante toda su vida que su educación había sido deficiente por razón de su sexo. No pudo ir a Cambridge como sus hermanos porque era un lugar reservado a los hombres.

Miembro de una familia de contrastes, como la propia época victoriana, su padre, Leslie Stephen, crítico literario, admira y acepta los avances tanto científicos como sociales de la época, pero gobierna su micromundo a la usanza conservadora y patriarcal. Sus dos hijas, Vanessa y Virginia, nacidas de su segundo matrimonio con Julia Duckworth, muestran desde jóvenes inclinaciones artísticas, la una por la pintura y la otra por las letras. Sin embargo, aunque se apoyan y estimulan mutuamente, mantienen sus inquietudes en secreto, para no ser aplastadas por la autoridad paterna.

Influida por esta presión paterna, al principio, Virginia dudaba de su capacidad como escritora;  y  también vivía un conflicto, porque desde pequeña se le había enseñado que los únicos destinos válidos de la mujer eran el matrimonio y la maternidad. Su hermana y ella podían pasar las mañanas estudiando griego o pintura, pero las tardes se consagraban a ocupaciones más "adecuadas", como servir el té o mostrarse amables con las visitas. Posteriormente, en Un cuarto propio, la autora explicará la necesidad masculina de imponer estos límites genéricos: "Las mujeres han actuado de espejo durante siglos debido a la magia y al delicioso poder de saber reflejar la figura del hombre al doble tamaño del natural".

Escribir se convierte finalmente para ella en el "supremo alivio y la peor condena". Virginia Woolf, una vez que empieza a producir, a los 37 años, con su obra Fin de viaje, a la que le siguieron Dos historias: una señal en la pared y tres judíos, Noche y día y El cuarto de Jacobo, ya no puede detener su caudal.
En La Sra. Dalloway hace patente su preocupación constante: la escisión entre el "deber ser" y el "querer ser" de la mujer. Dos años después aparece su novela Al faro, considerada por los críticos como su obra más autobiográfica. Al faro podría ser el retrato de cualquier pareja, de cualquier familia, a través del cual Virginia revisa y exhibe los distintos poderes que ejercen la madre desde su femineidad y el padre desde lo masculino, así como las repercusiones que esto tiene sobre los distintos miembros que conviven en la familia.





" Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio " El cuarto propio ( 1929 )
http://www.artefenix.net/virginia-woolf-adeline-virginia-stephen/

" Queridísimo: Tengo la certeza de enloquecer nuevamente, siento que no podremos enfrentarnos a esos terribles momentos. Y esta vez no tendré recuperación. Empiezo a oír voces y no me puedo concentrar. Así que voy a hacer lo que me parece lo mejor. Tú me has dado la máxima felicidad posible. No puedo pensar en dos personas que hayan podido ser más felices hasta que llegó esta terrible enfermedad. Ya no puedo luchar contra ella... Todo se me ha escapado menos la certidumbre de tu bondad ... " de la nota de despedida que dejó escrita para su marido Leonard Woolf
http://es.wikipedia.org/wiki/Virginia_Woolf